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A pocas horas de pirarnos de Japón, mientras ordenamos maletas, hacemos coladas y pensamos que tenemos que levantarnos a las 5 de la mañana para ir al aeropuerto, pasamos a contar lo último que hemos visto por tierras niponas.

Kyoto

Kyoto ha sido un destino bastante curioso. A pesar de la lluvia infernal que caía, nos hemos ido a hacer las dos cosas más importantes de aquel día: Celebrar el cumple de Jaso en el museo de muñecas jartas y ver templos. Allá nos fuimos.

Hemos descubierto que a los taxistas se la sopla lo que les digas. Intentamos ir al museo Tenshi No Sato, pero el primer taxista nos llevó a algo que se parecía a lo que le habíamos dicho. Total,que cogemos otro... y este acertó (no nos imaginamos como lo supo a la primera)

La entrada a la movida fue bastante triunfal, porque para poder entrar, necesitábamos un número y tal (estamos registrados, muahaha). Pasta por todos los sitios. Había un hall especial para sacar fotos a las muñecas de la peña (vimos a un tío con sus dos muñecas... miedo). Jasone se perdió (de cuerpo y mente) mientras nosotros veíamos a la peña comprando (vimos a un tío con una mochila en forma de ataúd... mas miedo). Una vez que Jasone se hubiese dejado la pazta en una muñeca y ropa y mas cosas, nos vamos a ver el museo con las muñecas expuestas (megamiedo). Dejamos aquello acojonados, nos comemos un donut y nos piramos al primer templo escogido.

San Ju Sangendo fue el primero, donde (tras decalzarnos) pudimos ver una sala donde había tropecientos kannon (1001) con 20 pares de brazos, todas perfectamente alineadas y acojonándo al personal (nosotros estábamos cagados). Ante ellos iban desfilando uno a uno dioses jart (peña enchufada, dice Angela), cada uno con un poder o con una paranoia distinta. Pedimos la fortuna (nos toca fertilidad, vamos bien....). Taxi y nos piramos a Kiyomizu, a beber agua para algo de tres dones (no sabíamos bien que era, porque llevábamos una chupa de mucho cuidado...). Cena, tiendas y a sobar, que al día siguiente teníamos madrugón.

Hiroshima

Salimos pronto hacia Hiroshima. Tardamos 2 horas en llegar a la estación y tras unas cuantas confusiones, conseguimos pillar un tranvía que nos lleva a la zona donde están los monumentos y donde explotó la Bomba A.

Pudimos ver uno de los edificios en ruinas que se ha dejado, tal y como quedó tras recibir el impacto de la bomba (a unos 600 metros de altura y 120 metros de distancia). Tb vimos varios monumentos a la paz, entre ellos, el de una niña que murió de leucemia con una historia acojonante. Entramos en el museo y salimos... flipando. No podemos describir exactamente que nos pasaba por la cabeza cuando íbamos viendo como se desarrollaron todos los hechos, la explosión, las consecuencias, la post-guerra...

Salimos y nos vamos a visitar Miyajima y el Tori flotante, que ha sido una de las cosas más bonitas que hemos podido ver. Pena que la marea estuviese subiendo, porque cuando está baja del todo, se puede llegar andando hasta el Tori. Se hace tarde... nos volvemos a Kyoto.

Vuelta a Tokyo y despedida

Esta mañana hemos vuelto a Tokyo, tras 3 horas de Shinkansen (tren bala a toda leche), haciendo las últimas compras (Asakusa r00lz!!!) y descansando, que mañana nos toca madrugar.

Así que, esto se acaba. Esperamos que la peña que haya leído todo esto durante estos días le haya molado tanto como a nosotros verlo, vivirlo y redactarlo (lo mejor que hemos podido). La próxima vez que volvamos, ya sabéis... venid y contadlo vostro@s mism@s...

Nos vemos en Bilbo!

Sayonara!!!

Escuchando --"Golden sigh" - Jane Doe